Salud en Casa.- En el Perú, se estima que el 16% de la población mayor de 20 años y hasta el 50% de los mayores de 60 tienen riesgo de desarrollar una enfermedad cardíaca, según el MINSA. A pesar de estas cifras, muchas personas no reciben atención médica oportuna hasta que su condición ha progresado a un estado crítico.
Dolor en el pecho, fatiga constante o una extraña sensación de falta de aire al subir escaleras no siempre son molestias pasajeras. A menudo, estos síntomas esconden problemas más graves, como enfermedades del corazón que podrían requerir intervención quirúrgica. Sin embargo, la clave está en saber identificar las señales y acudir al médico antes de que sea demasiado tarde.
Para la doctora Lourdes Torres Ruiz, especialista en Cirugía Cardiovascular de la Clínica Anglo Americana, uno de los principales desafíos es que muchas personas no reconocen la seriedad de estos síntomas hasta que la enfermedad ha avanzado considerablemente. “Muchos pacientes normalizan el cansancio o la agitación porque lo atribuyen a la edad o al estrés, y llegan cuando el daño ya es severo”, advierte.
En su experiencia, las patologías cardíacas más frecuentes son las enfermedades valvulares, en especial las que afectan a la válvula mitral y la válvula aórtica. También son comunes las enfermedades coronarias y aquellas asociadas a la aterosclerosis, que obstruyen progresivamente las arterias.
Cuando una válvula comienza a cerrarse o a dilatarse, el corazón se esfuerza más de lo normal y eso puede generar una cadena de complicaciones. En otros casos, las arterias coronarias llegan a presentar obstrucciones superiores al 70%, lo que disminuye severamente el flujo sanguíneo al corazón. Estas condiciones, muchas veces silenciosas en sus etapas iniciales, comienzan a manifestarse con síntomas como dolor torácico, dificultad para respirar, cansancio inusual o una sensación de agitación que aparece incluso en reposo.
Los factores de riesgo son bien conocidos, pero aún poco controlados: el sedentarismo, la obesidad, el tabaquismo, la presión arterial alta, el colesterol elevado y, por supuesto, el envejecimiento. Frente a esta realidad, la doctora Torres Ruiz hace énfasis en la importancia de un estilo de vida saludable. “La prevención no es solo una recomendación: es la mejor herramienta que tenemos para evitar complicaciones graves que pueden llevar a una cirugía”, señala.
Una alimentación equilibrada, rica en frutas, verduras, legumbres, granos integrales y grasas saludables como las del aceite de oliva, puede marcar la diferencia. También recomienda limitar el consumo de sal, azúcares, grasas saturadas y evitar los alimentos ultraprocesados. La actividad física regular (al menos 150 minutos a la semana), el control del colesterol y la presión arterial, el abandono del tabaco y un buen descanso nocturno, de entre siete y ocho horas, son pilares fundamentales para mantener el corazón sano.
Pero no todo depende del estilo de vida. En los últimos años, la cirugía cardíaca ha experimentado grandes avances. Hoy se colocan válvulas por vía endovascular, se utilizan marcapasos sin cables y prótesis cada vez más eficientes. Incluso se han incorporado tecnologías de inteligencia artificial y robótica, que mejoran la precisión y reducen los riesgos durante las intervenciones. “La tecnología está transformando la forma en que operamos el corazón. Las cirugías hoy son mucho más seguras y menos invasivas que hace una década”, destaca.
La detección de una enfermedad cardíaca puede evitar que avance hasta un punto crítico. Para la doctora Torres Ruiz, un diagnóstico temprano no solo salva vidas, sino que permite intervenir en el momento justo, cuando aún es posible evitar una cirugía mayor o asegurar que, si es necesaria, sea realizada en condiciones óptimas. “Cuanto antes sepamos qué está pasando, mejores serán las opciones para el paciente”, afirma.
Además, es importante desmitificar algunas ideas que persisten en torno a la cirugía cardíaca. Contrario a lo que muchos creen, no es el final del camino. Para muchos pacientes, representa una nueva oportunidad para vivir con mayor calidad. “La cirugía no significa que la vida se detiene; al contrario, puede ser el inicio de una etapa más activa y consciente”, comenta.
Tampoco es cierto que solo los adultos mayores pueden necesitarla; hay jóvenes con condiciones congénitas o adquiridas que también requieren intervención. Y finalmente, tras una cirugía del corazón, sí es posible volver a hacer ejercicio, e incluso adoptar un estilo de vida más activo y saludable que antes.
Escuchar al cuerpo y actuar a tiempo puede hacer la diferencia. Consultar con un especialista ante cualquier síntoma sospechoso es el primer paso para cuidar la salud del corazón y, en muchos casos, evitar una cirugía mayor.