La crítica situación que viven las mujeres en el Perú ante la violencia de género y la desidia policial .

La crítica situación que viven las mujeres en el Perú ante la violencia de género y la desidia policial .

19 Noviembre, 2024

Salud en Casa.- Desde una perspectiva psicológica y profesional, el análisis de estos casos de violencia extrema, como el feminicidio de Sheyla Condor, puede abordarse desde varias dimensiones, como la psicopatología del agresor, los problemas estructurales y culturales que facilitan la violencia de género, y el impacto psicológico en las víctimas y la sociedad.

 

 

“Desde una perspectiva psicológica, el comportamiento de un agresor que es capaz de cometer un acto tan brutal como un feminicidio seguido de descuartizamiento puede estar vinculado a trastornos de personalidad, patologías profundas, y un historial de violencia o abuso. Estos individuos a menudo tienen características de trastornos como el trastorno de personalidad antisocial o trastorno narcisista, donde hay una falta de empatía, remordimiento o conciencia moral”, sostuvo la psicóloga Rosa Tenazoa del Portal Salud en Casa.

 

De acuerdo a la especialista , además, en muchos casos, el agresor ha internalizado conductas violentas desde su entorno familiar o social, y podría haber experimentado una normalización de la violencia, o incluso una deshumanización de las víctimas. Los asesinos violentos de este tipo suelen ver a la mujer como un objeto, no como un ser humano con derechos y dignidad, lo que facilita la justificación de sus actos. “En algunos casos, como parece ser este de Sheyla, el agresor puede haber tenido antecedentes de abuso sexual o conductas violentas hacia otras mujeres, lo que indica un patrón de abuso acumulado que puede escalar a actos de extrema violencia. La patología sexual y la historia de abuso son factores que, en ciertos casos, contribuyen a la escalada de la violencia”, sostuvo.

 

 


 

 

 

Efectivos policiales mantiene una mentalidad machista al momento de tomar una denuncia de una mujer.

Según Rosa Tenazoa, la mentalidad machista en muchos efectivos policiales, al igual que en muchos sectores de la sociedad, está profundamente enraizada en una cultura patriarcal que ha normalizado la desigualdad de género y la violencia contra las mujeres. Esto se refleja en actitudes despectivas, desinterés o minimización de las denuncias de mujeres, especialmente cuando estas se relacionan con violencia doméstica, acoso o feminicidio.

 

“Desde el punto de vista psicológico y social, los estereotipos de género afectan la forma en que se interpretan las denuncias. Si una mujer llega a la policía con una denuncia de violencia o abuso, en muchos casos se la ve como provocadora o excesiva, descalificando su experiencia. Además, la formación y educación de muchos policías no siempre incluye una capacitación adecuada sobre violencia de género y el trato con víctimas vulnerables, lo que agrava esta situación”, indica.

 

Aumenta el problema psicológico en los peruanos.

Para la psicoterapeuta Rosa Tenazoa en las últimas décadas, el aumento de los problemas psicológicos en la población peruana es notorio, y es un fenómeno global que afecta a muchas naciones. En el caso de Perú, varios factores contribuyen a esta tendencia, incluyendo el estrés social, económico y político, la inseguridad y los traumas colectivos derivados de décadas de violencia política y social.

 

“A nivel psicológico, se ha observado un aumento de trastornos como la depresión, ansiedad, y el estrés postraumático, especialmente en personas que han sido víctimas de violencia directa, como los sobrevivientes de feminicidios, el abuso sexual, o la violencia doméstica. También hay un aumento de las adicciones, trastornos de conducta alimentaria y una creciente baja autoestima entre las personas, exacerbada por las redes sociales y la presión social. Uno de los mayores desafíos es la normalización del sufrimiento, donde muchas personas no buscan ayuda porque no reconocen que están padeciendo trastornos psicológicos, lo que impide una intervención temprana”.

 

 


 

 

 

Situación de las mujeres en el Perú, que son acosadas, violentadas o sobrevivientes de ataques.

“Ante esta situación las mujeres en Perú que son víctimas de acoso, violencia o feminicidio se enfrentan a múltiples desafíos psicológicos y sociales. En muchos casos, las víctimas viven con trauma crónico y miedo constante, especialmente en contextos de violencia doméstica. El impacto emocional de ser acosada o violentada puede ser devastador y generar ansiedad, depresión, trastornos de estrés postraumático (TEPT), y en algunos casos, incluso pensamientos suicidas”, sostiene Rosa Tenazoa.

 

“Además, las víctimas a menudo sufren el aislamiento social y la culpabilización, especialmente si las instituciones no responden adecuadamente. En muchos casos, los sistemas de apoyo no son suficientes o carecen de la capacitación necesaria para lidiar con las víctimas de violencia de género de forma sensible y efectiva. El desinterés o la revictimización por parte de algunas autoridades (como los policías) solo agravan esta situación”.

 

Lamentablemente la psicóloga sostiene que el acoso sexual y las agresiones físicas son experiencias comunes para muchas mujeres, que se ven obligadas a vivir con el miedo constante de ser atacadas. Las mujeres en situación de vulnerabilidad (por ejemplo, las que provienen de comunidades rurales, las migrantes, o las de clases sociales más bajas) son aún más propensas a sufrir violencia y a no tener acceso a una justicia efectiva.

 

“Desde el punto de vista psicológico, el empoderamiento y la reparación emocional son fundamentales para ayudar a las mujeres sobrevivientes a superar el trauma, pero este proceso a menudo está dificultado por la falta de recursos y el sistema judicial ineficaz”.

“En resumen, los casos de feminicidio, violencia y acoso son reflejo de una profunda crisis social y cultural que afecta a las mujeres en Perú, y la respuesta de las instituciones y el tratamiento psicológico adecuado siguen siendo áreas en las que es urgente mejorar. Las mujeres, especialmente aquellas que han sufrido violencia, requieren un entorno de apoyo integral, que no solo aborde el crimen, sino también los efectos psicológicos y emocionales que les deja”, agregó.