Salud en Casa.- Las tecnologías médicas preventivas son indispensables para hacer frente a las enfermedades crónicas y no transmisibles, las cuales se ha convertido en una amenaza internacional. En 2021, en la Región de las Américas, se registraron 6 millones de muertes debido a estas afecciones, entre las cuales se incluyen dolencias cardiovasculares, cáncer, enfermedades respiratorias crónicas (ERC) y diabetes, pero además el 38% de esos fallecimientos ocurrieron prematuramente, de acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
Además, entre 2020 y 2021, la tasa de mortalidad por enfermedades no transmisibles (ENT) fue de 420,2 por cada 100 mil habitantes en la región y en el caso de Perú, la cifra alcanzó los 387,2 fallecimientos por cada 100 mil habitantes, señala la OPS[2]. Respecto a las principales causas, según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI)[3], en 2023 las enfermedades isquémicas del corazón se mantuvieron como la principal causa de muerte en el país, dentro del grupo de enfermedades no transmisibles. Este grupo incluye el infarto agudo de miocardio y otras formas de cardiopatía coronaria, seguidas por las enfermedades cerebrovasculares y los tumores malignos.
Este panorama exige adoptar un estilo de vida saludable y que las instituciones, tanto públicas como privadas, incorporen soluciones que permitan anticiparse al deterioro de la salud, basadas en monitoreo continuo, diagnóstico temprano y análisis predictivo. En el marco del Día Internacional del Autocuidado, que se conmemora el 24 de julio, vale la pena destacar cuales son las tecnologías médicas que están ayudando a construir un mundo donde el cuidado de la salud no tenga límites.
Por ejemplo, las herramientas de monitoreo remoto (RPM por sus siglas en inglés), que incluyen monitores portátiles, biosensores y aplicaciones móviles de salud, representan un enfoque transformador en la atención médica, ya que recopilan datos en tiempo real sobre las constantes vitales y los parámetros de salud, lo que facilita una atención eficaz al paciente sin necesidad de frecuentes visitas presenciales a centros médico.
Por su parte, especialidades como la imagenología se han convertido en pieza clave para la prevención. Actualmente, equipos impulsados por Inteligencia Artificial (IA) ayudan a mejorar la productividad y la precisión del diagnóstico. Esta tecnología está ayudando a los radiólogos a optimizar la lectura de imágenes, siendo fundamentales para la toma de decisiones clínicas y contribuyendo a mejorar los diagnósticos, revolucionando la atención al paciente y potenciando las soluciones. Los nuevos algoritmos que utilizan IA y el aprendizaje automático ofrecen información clave para una detección y diagnóstico de anomalías más rápida, además de una mejor calidad de la atención y unos flujos de trabajo clínicos más eficientes.
Estas soluciones innovadoras demuestran que la tecnología médica no solo mejora la calidad de la atención, sino también, promueven la prevención al permitir atender afectaciones antes de que ocurran o en sus primeras etapas, favoreciendo que los médicos adopten un enfoque proactivo: en lugar de atender eventos, pueden reforzar hábitos o ajustar tratamientos que anticipen exacerbaciones y reduzcan hospitalizaciones.
Sin embargo, no basta con tecnología avanzada; la formación y autonomía del paciente es fundamental. Por ello desde el sector público y privado se debe fomentar una cultura de prevención con chequeos y estudios regulares que permitan detectar enfermedades a tiempo.
En conclusión, la sinergia entre la tecnología médica avanzada y el involucramiento activo del paciente pueden hacer que la salud preventiva deje de ser una aspiración para convertirse en una realidad tangible. Acciones como el monitoreo remoto, algoritmos predictivos e IA en imagenología, son indispensables para consolidar este cambio, que requiere de voluntad de digitalización, capacitación de pacientes y profesionales, y marcos regulatorios que impulsen seguridad, interoperabilidad y sostenibilidad.
La clave del empoderamiento consiste en devolverle al paciente el control de su salud, respaldado por tecnología de punta, datos confiables y una visión sistémica. Así, no solo atenderemos lo mejor las enfermedades, sino que estaremos un paso adelante: previniéndolas.